¿Mejor en español o en inglés?

No se habla de otra cosa: el “gallo” del representante español en Eurovisión es la noticia del momento. Manel Navarro, sabadellense de 21 años, se toma con humor su comentadísimo fallo en la puesta en escena de su canción Do it for your lover durante el Festival de Eurovisión de este año.

Aprovechando esta coyuntura, nos gustaría hablar sobre este certamen musical internacional desde nuestro particular punto de vista lingüístico y analizar la representación española a través de las canciones que han participado a lo largo de los años, pero antes, aprendamos un poco más sobre los orígenes y evolución de esta seguidísima cita europea.

El Festival de la Canción de Eurovisión fue creado en 1956 por la Unión Europea de Radiodifusión (UER) para que todos los países pudieran participar en una emisión en directo y de forma simultánea a nivel internacional. Tomando como referencia el italiano Festival de la Canción de San Remo y en una Europa de postguerra, la retransmisión en vivo suponía un experimento tecnológico para la televisión de la época. En su primera edición celebrada en Lugano, Suiza, el Festival contó con 7 países participantes y la representación anfitriona resultaría ganadora de la primera de muchas ediciones, celebradas anualmente. España participó por primera vez en el año 1961 y lo ha hecho ininterrumpidamente hasta la actualidad.

Una vez contextualizados los orígenes del programa de televisión más antiguo que aún se transmite en el mundo (Record Guinness en 2015), centrémonos en lo que nos interesa: el idioma. En cuanto a este tema, la organización de Eurovisión ha ido modificando las reglas del concurso de manera dispar dependiendo del momento. Desde su creación hasta 1965, no existía restricción alguna en cuanto a los idiomas utilizados en las canciones; el año siguiente, en 1966, se impuso la regla que exigía que las canciones fueran interpretadas en uno de los idiomas oficiales del país participante. Esta norma se eliminó en 1973, volviendo a implantarse en 1977 hasta 1999, cuando se anuló de nuevo y dio pie incluso a canciones con idiomas inventados como fueron los casos de Bélgica en 2003 con el tema «Sanomi» y en 2008 con «O julissi na jalini» y la canción neerlandesa de 2006, «Amambanda».

Con esta total libertad llegamos a nuestros días, en los que no se sabe bien si es mejor opción elegir lo nacional o lo internacional. Es cierto que el español es uno de los idiomas más hablados en el mundo y que tiene una musicalidad especial, pero es innegable que el inglés es quien impera en la música pop actual, la que predomina en este concurso. La mayoría de los artistas españoles que triunfan a nivel internacional lo hacen con público hispanohablante, por lo que no necesitan cantar en otro idioma. Por el contrario, si un artista español quiere que su música se asemeje a los triunfos internacionales de artistas extranjeros, se ve forzado a cantar en inglés.

Ahora bien, Eurovisión pone de manifiesto la disyuntiva entre lo que puede tener más o menos éxito y la seña de identidad de cada estado. Los países que participan en la actualidad no solo lo hacen para presentar una canción y llevarla al número uno de la clasificación, también participan con el objetivo de aprovechar la retransmisión de esta emisión a nivel internacional para publicitar ciertos aspectos de la cultura, sociedad y atractivos que cada uno de ellos puede ofrecer; es un escaparate publicitario. De ahí que muchos “Eurofans” estén totalmente en contra de que el representante español cante en otro idioma diferente al nuestro porque piensan que el idioma es lo que más nos identifica y que de lo que trata este concurso es de mostrar lo mejor de uno mismo, incluida la lengua.

Con opiniones bien contrarias tenemos a los defensores del inglés en Eurovisión, el idioma de la internacionalización, la modernidad, que también se vincula con el estilo, el éxito y la clase, argumentos a los que se suma la idea de que si España canta en inglés se hace ver que el nivel de idiomas de nuestro país es cada vez más alto a pesar de lo que se pueda creer en el resto de Europa. Muchos artistas defienden la postura de que si una canción ha sido concebida en inglés, es absurdo modificarla para que incluya frases en español o incluso traducirla como se ha querido hacer en los últimos años en España porque, como todos sabemos, las canciones están mejor en su versión original. Aun así, si echamos un vistazo a las últimas diez participaciones de España en este concurso, cinco de ellas incluían palabras o frases en inglés o incluso una, la canción de Barei de 2016, Say Yay!, era una canción íntegramente en este idioma extranjero. ¿En cuanto a la posición en la que quedó España en la clasificación durante estos años? No podemos aventurarnos a decir si triunfa más el español o el inglés porque, consultando el listado, nos hemos dado cuenta de que siempre hemos quedado por debajo de los diez primeros puestos durante la última década. Quizá los encargados de la participación española en Eurovisión se deberían plantear si el verdadero factor determinante es el idioma de la canción o más bien la canción en sí o el artista que la defiende sobre el escenario.

Eso sí, al ver los últimos diez resultados del certamen, nos damos cuenta de que a nivel europeo triunfa mucho más el inglés que el idioma nacional de cada país: ocho de los diez últimos ganadores concursaban con una canción en inglés.  El caso es que nunca llueve a gusto de todos. Si nos quedamos con lo bueno, hay que admitir que Eurovisión es un espacio que genera mucho interés y sirve para acercar a los países que participan además de ser una oportunidad maravillosa para mostrar España a nuestros vecinos europeos.